Tianguis de crónicas mexiquenses por Rodrigo Sánchez Arce
Imagino que la celebración de la Navidad es igual en todos lados, pero me gusta pensar que existe una esencia mexiquense. Mi experiencia ha sido con las navidades toluqueñas, en específico con la Noche Buena celebrada cada 24 de diciembre en la Colonia Morelos.
Soy de aquella generación nacida en los 70 que de chicos poníamos árboles con ramas hechas de aluminio plateado, esferas rojas de vidrio que a la primera se quebraban, escarchas verdes, estrella amarrada a la rama más alta, series de luces como estrellitas que dejaban los dedos picoteados y que, cuando se descomponían, había que probar una por una hasta encontrar la que no servía y colocar el foquito de repuesto.
La familia era extensa y la comida abundante. Mis padres cocinaban pavos naturales rellenos, costillas y pierna de cerdo, romeritos, bacalao a la vizcaína, ensalada de manzana con piña a la crema y nuez (la llamo “ensalada de la colonia Morelos” pues no conocí alguien que no la comiera), teleras para tortas (en mi niñez, en la panificadora Morelos, donde hoy están oficinas del INEGI, limitaban a treinta piezas por persona) y bebidas: ponche, brandy, refrescos y cervezas en botella de vidrio.
También rompíamos piñatas llenas de fruta y la parte baja del árbol se desbordaba por la cantidad de regalos del intercambio y juguetes para los niños.
Ustedes dirán que las navidades no han variado mucho, y tendrán razón, pero las de mi niñez son de los mejores recuerdos que tengo en la vida: mucha gente, harta comida, felicidad y armonía por todos lados; actualmente, aunque hay felicidad, uno hace las navidades como se pueda, con quien se pueda, donde se pueda. Doy gracias de tener a mi pequeña familia, mi señora y mi niño: lanavidad es para ellos.
¡Feliz navidad para todos!

